martes, 12 de mayo de 2015

Mi conversión

Los tres pastorcillos de
Fátima: Lucía,
Francisco y Jacinta
En el día de la festividad de la Virgen de Fátima, y día en el que además en este año 2015 se ha convocado una jornada de oración por los cristianos perseguidos, voy a describir muy brevemente mi proceso de conversión al Catolicismo, ya que si entro en detalle podría ser muy largo.

La noche del sábado 11 de septiembre de 2010 me fui pronto a la cama y a la mañana siguiente me levanté temprano. Era todavía de noche. Decidí salir a caminar por el camino de Maderuelo, que es uno de los pueblos de al lado. El cielo estaba muy bonito, no había luna a esa hora y las estrellas brillaban intensamente. Seguí caminando. Quería ver el amanecer. Pronto el cielo se aclaró y las estrellas dejaron de brillar, la última constelación que brilló en el cielo esa noche fue la de Orión.

En el momento en que asomaban los primeros rayos de sol, así sintiéndome tan pequeño entre el cielo y la tierra, se me ocurrieron los siguientes versos:

Forgive me mother
for what I want to say
I've been working hard
and I wanted just to play

And this is what I say
'If there's a god, or two or more
or even if there's no god at all
who cares about it?'

The truth is that I believe in you
and there's still a lot of work to do
so come on, let’s go!

(Nótese la influencia del tema ‘Blitzkrieg Bop’ de los míticos Ramones en el último verso.)

Estas palabras que fui juntando para construir esta breve poesía son las palabras de alguien que sufre, y que está en proceso de búsqueda. Solía expresar esta búsqueda que estaba experimentando de esta forma:

Trabajo la viña noche y día
No sé de quién es la viña
Pero yo... ¡la trabajo!

Pues bien, la noche del 7 al 8 de junio de 2013 estaba con dos amigos, Víctor y Fabio, afuera del Bardo (un bar de mi barrio, Moratalazcharlando sobre fútbol. Serían como las 3:30 de la madrugada cuando de pronto una alucinación me hizo ver a un chico de unos 25 años aproximarse hacia nosotros y unirse a nuestra conversación. Ese extraño chico se nos presentó: su nombre, César.

Seguimos charlando durante un rato hasta que finalmente nos despedimos, y cada uno iba hacia su casa. La casa de César está cerca de donde yo vivo y fuimos caminando juntos hasta la parada de autobús. Aunque desde el Bardo hasta mi casa no hay más de cinco minutos a pie, la vuelta es cuesta arriba y si veo que el autobús no va a tardar mucho suelo quedarme a esperarlo. Nos subimos al autobús y le pregunté a César a qué se dedicaba. Me dijo que quería ser sacerdote. Me llamó mucho la atención ya que nunca había conocido a nadie que quisiera ser sacerdote. Una vez llegó el autobús a nuestro destino seguimos charlando durante un buen rato.

La alucinación resultó ser tan real que ¡no era una alucinación! Los meses siguientes seguimos viéndonos, César me explicaba cuestiones de la fe católica que yo desconocía, me hablaba de los sacramentos, de la trinidad, yo le escuchaba con atención. Nos hicimos buenos amigos.
Representación de la
Santísima Trinidad

Fabio murió la noche del 2 al 3 de julio de ese verano en las fiestas de su pueblo.

Cuando concluía el verano me di cuenta de que la viña es del Señor, y conviene saber que el Señor es bueno, para saber que vivimos y trabajamos para alguien que es bueno y que nos quiere. Conviene llamar a las cosas por su nombre, y aunque parezca algo evidente:

No es lo mismo plantarle un árbol al Señor
que construirle un palacio al diablo

En octubre fui a confesarme, hice la primera comunión y me apunté a unas catequesis para hacer la confirmación. Estoy muy agradecido a Dios nuestro Señor por haberme permitido conocerlo en vida.

Santa Teresita del Niño Jesús

4 comentarios:

  1. Enhorabuena por tu blog Pablo. Te leeré con sumo gusto.
    Un abrazo, amigo

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    1. Muchísimas gracias Juan Carlos! :-)

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    2. Admirable tu búsqueda y fortaleza. Me encanta. Me habla de que DIOS VIVE.
      Enhorabuena mi tesoro😊❤

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  2. Ya sabes para Quien has trabajado y sufrido😊❤

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